jueves, 31 de diciembre de 2009

El Por qué de un artista...

...Ella cerrò los ojos y se dejò llevar. Viò colores, luces, recordò los columpios de su infancia, las sombras veloces de los àrboles, reflejadas en el asiento posterior del coche, y un cierto olor a cafè y fruta seca. Se sintiò mecida por la melodia que la abrazaba y la transportaba a lugares de hacìa mas de mil años, con ecos de voces, y de pasos, y de canciones de cuna, y cuando las ùltimas notas nìtidas se estrellaron con sus recuerdos hacièndolos añicos, Ella abriò los ojos desconcertada, preguntàndose ¿dònde estaba?, ¿què hacìa aquel sujeto de sonrisa tìmida y ojos dulces al lado de un piano, frente a todos, y sobre todo...¿porquè diablos, sus propias manos aplaudìan frenèticamente?
De pronto, la ralidad regresò bajo sus pies, una vez que El Pianista hubo desaparecido, y entonces lo recordò: claro, era una noche lluviosa, estaba en un concierto...nada màs.
Pero no, para Ella no habìa sido "nada màs", ahora sabìa su misiòn: debìa descubrir el secreto: ¿de dònde surgìa la magia?, ¿dònde estaba el truco?
Localizò un asiento en primera fila, -perpendicular al piano- y se apoderò de inmediato de èl.

Presenciò còmo El Pianista, se aproximò con presteza pero titubeante a su instrumento, hablò breve y entrecortadamente y tomò asiento. En el preciso instante en que sus dedos hicieron contacto con los blancos dientes del piano...ocurriò la simbiosis:

La elegancia natural de "el caballero de cola" se contagiò de inmediato a El Pianista, y un garbo señorial, se apoderò de Èl, y al mismo tiempo, los pensamientos de èste, parecìan provenir de las cuerdas, que vibraban en perfecta sintonìa con los dedos del ejecutante.

Ella, sorprendida, testimoniò el nacimiento en el aire, de un parque, probablemente de Granada, una fuente, un lamento de gitana, un tintinear de monedas, un ondear de agua, o de sangre, o de vino. De repente se hizo conciente de la relaciòn enfermiza que se desarrollaba ante sus ojos:

Viò a El Pianista golpear fùricamente el piano, y arrancarle despiadadamente, alaridos de dolor, pero acto seguido, acariciarlo tan sensualmente como a un amante, con una ternura tal, que las notas flotaban en el aire como suspiros enamorados, poco despuès, arremetiò violentamente con un improviso ataque de cosquillas, que provocaron las carcajadas de todas las cuerdas, y una alegria contagiosa se desperdigò entre el pùblico. Luego dibujò las nubes, las plazas, las flores, el olor a tabaco, los bailes, las despedidas, los largos atardeceres de la mano de àlguien, y una vez mas, las fiestas, los gritos y las risas.

Para cuando las irreverentes notas finales agonizaron en los pedales hasta morir con un impenetrable silencio, Ella se encontraba mas agitada que un caballo de carreras, y de nuevo aplaudiendo como una endemoniada, sin comprender aùn de dònde venìa la magia, pero con una nueva historia en la cabeza...

M. V.

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